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No parece que Lane Haviland pueda salir adelante. No tiene en qué caerse muerta, casi no puede funcionar como adulta y está completamente sola en la Ciudad de Nueva York. Su supuesto ‘apartamento’ es una celda de seis por nueve en un sótano de Brooklyn. Y su nueva patrona no respeta ni las fronteras profesionales, ni las personales.
A pesar de todo, Lane está determinada a luchar para salir a flote y recuperar su dignidad. Pero no puede sacar de su apartamento al hombre del mantenimiento, Viktor, ni tampoco puede sacárselo de la cabeza. Tal vez esto sea algo bueno: Viktor es un manjar para los ojos y ese acento ruso con su voz profunda es sensual. Pero a medida que Lane y él se acercan, Viktor ya no puede ocultar su conexión con un peligroso mundo criminal, donde los secretos pueden ser mortales.